Cuando un niño o una niña sufre una lesión grave o es víctima de un accidente grave por culpa de otro, ya sea en un accidente de auto, por un producto defectuoso o en la propiedad de un tercero, la familia enfrenta angustia, hospitalizaciones, facturas médicas y mucha incertidumbre. Además, la angustia emocional es una de las consecuencias que pueden ser compensadas legalmente. A diferencia de un adulto, un menor no puede demandar ni firmar un acuerdo por sí mismo, por lo que sus derechos se protegen mediante reglas especiales.
Lesiones personales es el término legal que abarca los daños sufridos por un menor debido a la negligencia de un tercero. Gestionar una reclamación que involucra una lesión grave en un menor es un proceso complejo y es un procedimiento que requiere un enfoque específico. Desde plazos modificados y criterios especiales de negligencia, hasta consideraciones particulares sobre acuerdos de indemnización.
A continuación repasamos los tipos de incidentes y daños que pueden dar lugar a una reclamación de lesiones personales a menores, los pasos y conceptos para que madres, padres o tutores no pierdan oportunidades de compensación.
¿Cómo funciona una demanda por lesiones cuando la persona lesionada es menor de edad?
Cuando los menores son víctimas de incidentes que provocan daños personales, como accidentes de tráfico o casos de negligencia médica, los padres o tutores deben presentar las demandas en su nombre. La representación legal en estos casos es fundamental para asegurar que los derechos del menor estén debidamente protegidos durante todo el proceso.
De hecho, el proceso judicial está diseñado para salvaguardar los intereses de los menores frente a las aseguradoras y otras partes involucradas. ¿Por qué los menores no pueden presentar demandas por sí mismos? La respuesta se encuentra en el ámbito de la capacidad jurídica, el papel de los tutores y las disposiciones legales específicas diseñadas para proteger los intereses personales de los menores.
Capacidad legal y el rol de los tutores
Por ley, se considera que los menores de edad carecen de capacidad legal para llevar a cabo la mayoría de las acciones legales y contractuales, incluyendo presentar demandas. Esta limitación no pretende marginarlos, sino proteger sus intereses, asegurando que no sean víctimas de abusos debido a su edad y a su falta de madurez y comprensión. En consecuencia, cuando se trata de reclamar legalmente por lesiones personales, muerte por negligencia o cualquier daño sufrido, la ley exige la participación de un adulto que actúe en el mejor interés del menor.
En situaciones en las que un menor necesita demandar por lesiones personales sufridas, por ejemplo, en un accidente automovilístico causado por la negligencia de otra persona, interviene un guardian ad litem o un next friend (representante legal temporal). Generalmente, este rol lo desempeñan los padres o tutores legales del menor, quienes están autorizados para tomar acciones legales en representación del niño. El tribunal designa al guardian ad litem para asegurarse de que la demanda se presente en beneficio del menor, proporcionando así un nivel adicional de protección a sus derechos e intereses durante todo el proceso legal.
El proceso de la demanda por daños
Cuando se presenta una demanda en nombre de un menor, el tutor legal o el next friend debe interponer la acción legal por lesiones personales, detallando las acciones indebidas que provocaron las lesiones del niño, los gastos médicos incurridos, cualquier daño emocional sufrido y otros daños compensables como daños a la propiedad, los salarios perdidos y otros perjuicios económicos.
El objetivo principal de la demanda es obtener una compensación, ya sea mediante un acuerdo o una indemnización judicial, que cubra plenamente el alcance del sufrimiento y las necesidades del menor. Además, se puede reclamar una compensación por los daños específicos sufridos, como los salarios perdidos, gastos médicos y daños emocionales.
Los menores no pueden presentar demandas legales por sí mismos. Esta regla existe para protegerlos y asegurar que cualquier demanda que se presente sea adecuada y busque realmente su bienestar. Debido a que los menores son vulnerables, la ley establece que sean adultos, generalmente familiares cercanos o personas con autoridad legal, quienes defiendan y protejan sus derechos ante la justicia.
¿Qué puedes hacer cuando un hijo sufre un accidente?
En los instantes que siguen a un accidente —ese frenazo brusco en la esquina del vecindario, el golpe inesperado en la autopista— el mundo de cualquier padre o madre se colapsa en cámara lenta. Aún en medio del shock, hay pasos concretos que marcan la diferencia entre un trámite engorroso y la protección real de la salud y los derechos de un menor. Esta guía, resume lo que los expertos repiten como un mantra: actuar con rapidez, documentar todo y hablar con los profesionales adecuados.
Atención médica inmediata: la salud primero, el caso después
Llama al 911 o recurre al servicio de urgencias más cercano. Aunque la lesión parezca menor, los médicos insisten en que ciertas contusiones —especialmente los golpes en la cabeza o lesiones del cuello— se manifiestan horas, días, semanas e incluso meses más tarde. Además, la primera evaluación clínica crea un registro difícil de rebatir si, más adelante, la aseguradora cuestiona la gravedad del daño.
Conserva la escena en imágenes
Si la situación lo permite, saca fotos y videos: posición de los vehículos, señales de tránsito, semáforos, huellas de frenado, placas. Incluye primeros planos de los daños y de cualquier lesión visible en tu hijo. Un abogado de lesiones personales a menores puede explicar luego que las pruebas de la escena desaparecen a los 20 minutos, cuando llega la grúa o cambia la luz.
Coopera con la policía, pero mide las palabras
Proporciona datos objetivos —hora, lugar, sentido de circulación— y evita conjeturas (“creo que iba rápido”) o disculpas instintivas. Pide el número de reporte; obtener la versión oficial será crucial para reclamar.
Reúne información de los testigos antes de que se vayan
Anota nombres y teléfonos de quienes presenciaron el hecho. Un testimonio puede desmontar versiones contradictorias del conductor contrario.
Silencio frente a la aseguradora
Los ajustadores llaman pronto y graban cada palabra. Muchas veces su objetivo es: cerrar el expediente con la menor indemnización posible. Antes de dar declaraciones o hablar en detalle con las compañías de seguros, busca asesoramiento legal especializado.
Contacta a un abogado especializado cuanto antes
Por lo general, en casos que involucran a menores, el tribunal exigirá un guardian ad litem y revisará cualquier acuerdo. Un abogado experimentado se encarga de ambos trámites, negocia los gastos futuros de salud y vela por que el dinero quede protegido en una cuenta bloqueada o un acuerdo estructurado hasta la mayoría de edad.
Guarda cada recibo y lleva un diario de síntomas
Desde la factura del hospital hasta el kilometraje de los traslados a terapia. Añade un cuaderno o una nota en el móvil con fecha, nivel de dolor, cambios de humor o de sueño. Esa bitácora cotidiana suele marcar la diferencia cuando se calcula la partida de “dolor y sufrimiento”.
No publiques en redes sociales
Una foto optimista del menor en la fiesta de cumpleaños 48 horas después puede volverse contra el reclamo. Los abogados defensores rastrean publicaciones para argumentar que la lesión “no era tan seria”.
Sigue las indicaciones médicas al pie de la letra
Las ausencias a citas o la interrupción prematura de la fisioterapia se traducen, en el lenguaje de las aseguradoras, como falta de gravedad. Asistir a cada revisión refuerza la credibilidad del caso y, más importante, acelera la recuperación.
Es entendible que los padres estén sensibles y angustiados cuando sus hijos sufren lesiones. Por eso, los representantes de seguros deben ser empáticos al comunicarse con ellos. Cuando un menor sufre lesiones graves o fallece, puede haber publicidad negativa para la persona o empresa asegurada.
Por esta razón, puede ser útil contratar un abogado antes de que se presente una demanda, especialmente para manejar a los medios de comunicación. Además, contar con un abogado desde el principio facilita la conservación de pruebas y protege la información importante del caso. Dado que los casos con menores pueden tardar más en convertirse en demandas, es crucial investigar de inmediato y preservar las pruebas necesarias antes de que desaparezcan con el paso del tiempo.
Negligencia comparativa en menores: cómo la aplican los tribunales de EE. UU.
Cuando un niño resulta lesionado —o se alega que él mismo causó el daño— los jueces no miden su conducta con el mismo rasero que la de un adulto. A grandes rasgos, la mayoría de los estados sigue la llamada “regla de los siete”, aunque los umbrales pueden variar levemente (algunos códigos fijan la incapacidad absoluta a los 5 o 6 años). Estos son los tres grandes grupos:
Menores de 7 años (o el límite que marque la ley estatal)
- Se presume que carecen por completo de capacidad para ser negligentes.
- Ningún porcentaje de culpa se les asigna; la responsabilidad recae íntegramente en la parte demandada o, en su caso, en los adultos responsables.
Entre 7 y 14 años
- Se aplica lo dispuesto en el Restatement (Second) of Torts § 283A: el niño se compara con “otro menor de edad, inteligencia y experiencia similares en circunstancias parecidas”.
- La presunción es rebatible: la defensa puede probar que el menor entendía el peligro y actuó sin el cuidado que se espera de un niño de su misma madurez.
- Las pruebas sobre rendimiento escolar, disciplina deportiva o testimonios de maestros pueden ayudar (o perjudicar) a quien intenta asignar culpa parcial.
Mayores de 14 años
Por regla general se les exige el mismo estándar de cuidado que a un adulto, salvo actividades extraordinariamente peligrosas donde su inmadurez siga siendo relevante.
¿Cuándo puede testificar un menor en un juicio?
La competencia de un testigo se determina en el momento en que este es presentado ante el tribunal. Para ser considerado competente para testificar, un menor debe tener la capacidad de recordar eventos, comprender preguntas y dar respuestas coherentes, así como entender la importancia de decir la verdad.
Normalmente, los menores mayores de 14 años son considerados competentes para testificar. Cuando un menor tiene menos de 14 años, el tribunal suele realizar primero una evaluación preliminar para determinar su competencia, analizando su inteligencia, comprensión y sentido moral. Sin embargo, podría considerarse innecesaria esta evaluación si la declaración previa del menor muestra que respondió satisfactoriamente preguntas similares a las que se harían en esa evaluación.
Consideraciones especiales al tomar declaraciones a menores
La defensa podría considerar grabar en video la declaración del menor, para prevenir posteriores acusaciones de que el niño fue tratado injustamente o presionado para dar respuestas falsas o inexactas. Habitualmente, el representante legal designado puede asistir personalmente a la declaración del menor en su calidad de parte interesada.
Por supuesto, si parece haber interferencia o indicios de que alguien esté influyendo indebidamente en las respuestas del menor, el abogado debe registrarlo claramente y considerar la posibilidad de posponer o terminar la sesión para obtener una resolución del tribunal sobre la necesidad de que el representante esté presente. Grabar en video puede desalentar ese tipo de interferencia y servir también como evidencia al solicitar que el tribunal impida al representante asistir a futuras sesiones.
Por la naturaleza de los casos en que suelen lesionarse menores, no es raro que hermanos menores, amigos de las víctimas de accidentes o personas que pasaban por el lugar sean testigos del accidente. Los abogados pueden consultar las reglas locales sobre la citación judicial de menores, y considerar invitar a los padres de testigos menores a estar presentes durante declaraciones o entrevistas.
Comunicación con las partes involucradas
La comunicación efectiva es clave en cualquier caso de lesiones personales. Los abogados de lesiones personales pueden trabajar estrechamente con las víctimas de accidentes, sus familias y las partes involucradas para garantizar que todos estén informados y comprometidos con el proceso legal.
Entendemos que cada caso es único y requiere un enfoque personalizado. Para aumentar las posibilidades de que un abogado acepte un caso, el cliente debe proporcionar información relevante y precisa sobre el caso. Esto incluye documentos, pruebas y testimonios que puedan ser útiles para el abogado.
Además, el cliente debe ser honesto y transparente sobre sus expectativas y objetivos. Es importante que el cliente tenga una comprensión clara de lo que puede esperar del proceso legal y de los posibles resultados. Un abogado puede rechazar un caso si no cree que el cliente tiene una comprensión realista de las posibilidades de ganar el caso.
Por lo tanto, es fundamental que el cliente se comunique de manera efectiva con el abogado y que tenga una relación de confianza con él.
Plazos para demandar cuando la víctima es menor de edad
Cuando un menor resulta lesionado en un accidente, existe un plazo específico llamado “plazo de prescripción” (también conocido como “estatuto de limitaciones”) para poder presentar una demanda. Este plazo es el periodo máximo que establece la ley para iniciar acciones legales. En el caso de menores, generalmente este periodo no comienza a contarse hasta que cumplen la mayoría de edad (18 años en la mayoría de los estados). Esto significa que los menores tienen más tiempo que los adultos para demandar por lesiones ocurridas durante su infancia.
Sin embargo, existen excepciones importantes. Por ejemplo, en demandas relacionadas con negligencia médica o muerte por negligencia, el plazo para presentar una demanda puede estar claramente definido y aplicarse inmediatamente después del incidente, sin importar la edad del menor. Por eso, siempre es importante consultar rápidamente con un abogado para conocer con precisión los tiempos aplicables a cada caso particular.
Aunque los plazos para presentar demandas en nombre de menores suelen ser más extensos (a veces significativamente más largos) que los establecidos para adultos, existen razones prácticas para tramitar estas demandas con rapidez. Por ejemplo, además de las motivaciones financieras evidentes de las familias y abogados por recibir compensación lo antes posible, los demandantes más jóvenes suelen recibir mayor simpatía por parte de los jurados que los demandantes adultos. Asimismo, cuanto más tiempo pase, más difícil puede ser recopilar pruebas relevantes para el caso.
Un abogado de lesiones calificado en tu área puede asesorarte sobre los plazos y requisitos para iniciar un reclamo o demanda por lesiones personales en tiempo y forma.
Preguntas frecuentes
A continuación compartiremos algunas de las preguntas más frecuentes relacionadas a los reclamos de lesiones personales a menores, un área del derecho conocida en inglés como personal injury que se especializa en ayudar a víctimas de accidentes, negligencia o mala praxis.
En casi todos los estados, el padre, la madre o el tutor legal presenta la demanda “en representación del menor” (en inglés, next friend). Si la familia no puede o no quiere asumir ese rol, el juez designa un guardian ad litem (GAL, por sus siglas en inglés): una persona neutral —a menudo abogada— encargada de velar por el mejor interés del niño durante el pleito o la negociación del acuerdo.
Las demandas que involucran a menores están sujetas a plazos específicos conocidos como períodos de prescripción. Estos plazos varían según el tipo de demanda y la jurisdicción. En la mayoría de los casos, el conteo del plazo no comienza hasta que el menor cumple la mayoría de edad, ofreciendo así más tiempo del que generalmente tienen los adultos para presentar demandas relacionadas con hechos ocurridos durante la infancia.
Sin embargo, hay excepciones importantes, especialmente en casos de negligencia médica o muerte por negligencia. En estos casos, el plazo para presentar la demanda suele estar claramente definido y podría aplicarse independientemente de la edad del menor.
Si la aseguradora te hace una oferta rápida, respira hondo y no firmes nada. Estas propuestas tempranas suelen ser mucho más bajas de lo que realmente correspondería tras conocer el alcance total de las lesiones y los costos futuros. Antes de aceptar o incluso comentar cifras, consulta a un abogado especializado en accidentes: él o ella puede evaluar la oferta, calcular gastos médicos y pérdidas a largo plazo para negociar en tu nombre.
Una evaluación profesional puede marcar la diferencia entre un arreglo apresurado y la compensación justa que tu familia merece.
Por lo general, los menores también pueden ser demandados por sus acciones. En estos escenarios, un tutor podría cumplir un rol similar al del next friend, representando los intereses del menor, asegurando una defensa justa y considerando la capacidad del menor para incurrir en negligencia.
Esto refleja el reconocimiento por parte del sistema legal de las complejidades involucradas al responsabilizar a menores por sus actos, a la vez que establece un enfoque estructurado para salvaguardar sus derechos e intereses.